Completamente suyo. Completamente mía - 2deOct | 21:00hs - Reservado.

No era una noche común. Podría haberlo sido, sí, pero estaba dispuesto a darle una enorme sorpresa de agradecimiento a mi amorsito. Solo por estar, por existir y por hacerme tan difícil la vida cuando la conocí y ahora me dejaba disfrutar de sus caricias y compañía cada día.

La maldita mudanza se había atrasado varias semanas; tres para ser exacto. Había tenido que vivir entre las cajas y el desorden en mi casa en Seattle todos esos días, y, para colmo, la podía ver muy poco pues no sabía si en cuanto me marchara de allí el camión de la mudanza llegaría y me dejaría sin flete. Además, había paseado por Phoenix bastante, encargándome de asegurarme un trabajo que nos mantuviera a ambos, además de su dinero y el que mi padre había prometido enviar durante un año más. En cuanto a mi familia, estaban todos emocionadísimos de que yo me mudara con ella. La habían conocido por un par de fotos (teníamos dos o tres, considerando que ninguno era fotogénico. Eramos más bien de los que guardan los recuerdos en su mente y se conforman con ello). Y en charlas privadas que tenía con mis hermanas, ellas me daban apoyo y creían totalmente que Leah era la indicada. Yo también lo creía, por demás de aclarar; Había compartido su gran secreto conmigo y aquel era un acto de plena confianza, por lo que le aseguré que siempre estaría con ella pues no hay nada que se me ocurra pueda separarnos.

Fue entonces, el día primero de octubre que terminamos de instalar todo a la perfección. Ya no era su casa, sino la de ambos. Y por más de que me entregaba por completo a ella, día a día le hacía saber cuanto la adoraba y la valoraba... creía que faltaba más aún. Por eso me dedique por completo esta noche para ella y solo para ella. De a momentos se me cruzaba otro sentido de la frase "entregarme por completo" y sí que lo había meditado conmigo mismo en cuatro millones de ocaciones, pues habían sido varias las que habíamos tenido para concretar aquello. Pero también corría por su parte, y como la persona ética que era yo, decidí que no había otro remedio que conversarlo o dárselo a entender para ver luego que hacía, sobretodo con ese anillo que me irrumpía los pensamientos y sentía que me regañaba ante mis 'malos' pensamientos. Me estaba por sacar de quicio y lo arrojaría por una ventana luego de quemarlo si me ponía mas incomodo de lo que ya estaba al dejar vagar mi mente por aquel deseo...

Entonces, cuando Sophie se marchó de casa (no estuvimos más de media hora) me di una rápida ducha y trabajé en el orden de la casa y la comida. No era más que una cena, pero era la primera que tendríamos en ésta casa, viviendo ambos. La esperé y le avisé que no volviera hasta las nueve de la noche. A esa hora la dejaría que valla hasta nuestra habitación y se vistiera preciosa para mí. Que, aunque estuvieramos en casa y planeaba llevarla a algun otro lugar otro día, la quería ver más radiante de lo común.

Solo le había sonreído mientras asentía y le daba un pequeño beso antes de salir de casa. Tenía muchas cosas que hacer antes de la nueve e que distraerme y hacer que el tiempo pasara volando, pero e solo hecho de que me dijera que mi regreso no fuera antes que aquella hora me hacía desear más que nunca regresar lo antes posible. Cole sabía como hacer que mis nervios y mi curiosidad de pusieran al límite y sin duda ahora estaba haciendo que ese poder que tenía sobre mi se pusiera en acción. Mi ropa estaba sucia y rasgada en algunos lugares al haber corrido tanto tratando de distraerme, incluso busqué a algunos de la manada para distraerme con ellos, pero luego de tan solo unos minutos me pidieron que los dejara solos, en mi mente solo aparecía su rostro y ya había comenzado a fastidiarlos. Bufé ante ese recuerdo y me crucé de brazos fastidiada. No les gustaba de malas ni tampoco cundo era feliz, no había como dejarlos contentos.

Pero el fastidio se me fue enseguida al recordar todo aquello que había vivido en tan poco tiempo, los cambios que había hecho que mi eterna existencia de convirtiera en un vida, una llena de alegrías y motivos por los que vivir. Cole me había aceptado, conocido, creído, entendido y amado en tan poco tiempo que se había hecho la persona más importante en mi vida. Por lo general venían aquellos momentos de duda y temor, de que todo esta felicidad que había llegado tan repentinamente se fuera del mismo modo, pero no, pues yo me encargaría de que no fuera así a menos que el lo quisiera.

Ya estaba a pocos pasos de la casa, podía sentir su aroma y también el de otra loba que había estado allí, Sophie. El aroma de los de la manada me era tan fácil de reconocer como el de Cole, por lo que no me fue para nada difícil reconocerlo. Ya no dudaba ni tampoco temía, estaba segura que su encuentro no había sido más que un arreglo de distancia entre ellos y que todo volvería ser como lo era antes de su error, claro me había puesto furiosa y más de una vez había pensado en cosas que de seguro luego me arrepentiría, pero cundo fui capaz de superar todo lo único que quedaba era seguir adelante.

Entré casa en completo silencio y me saqué las zapatillas para no ensuciar. Por lo general llegaba siempre embarrada y con cortada que luego sanaban rápido y ahora que compartía la casa con Cole no estaba dispuesta a que él me viera así. Intenté ser cautelosa y que no me oyera para poder cambiarme antes que sus ojos se posara en mí pues de pasar estaba segura que no sería de nada más que e correr a él y abrazarlo, lo que lo dejaría todo embarrado. Pero cuando vi la casa y sentí el aroma todo se fue por un tubo. Estaba todo tan limpio y ordenado y el olor que llegaba hasta mi era tan increíble que me despisté y tropecé con la mesita que estaba en la entrada de la casa. Solté las zapatillas que fueron a dar a alguna parte y caí boca a bajo al piso golpeándome el brazo con la pared.

- Mierda –gemí sobándome el brazo, pero luego cubrí mi boca y me quedé en silencio rogando al cielo que Cole no hubiera escuchado y dramática llegada.

Estaba tranquilo sabiendo que el plan marchaba ala perfección, pero algo inquieto por predecir lo que sucedería a lo largo de la velada. A último momento me pareció todo muy cursi lo que hacía, o demasiado poco; ella merecía más. Me decidí por buscar algunas cosas que dejen mas arreglada y/o romántica la sala y mejoró muy poco, pero fue algo. Ya de por sí no tenía sangre de decorador y siempre había tenido una tendencia tirando a lo simple y fácil. Reí en mi mente pues Leah no me había sido fácil de enamorar, recordé con nostalgia pero feliz de que ahora sí estaba todo como yo lo había deseado (como una niña que sueña con su vida entera con el príncipe azul) desde que vi su rostro –no sonriente- en la puerta de su casa.

Estaba entretenido revisando cada detalle, por lo que, de cierto modo, también me prohibía a mi mismo percibir la llegada de mi chica, pues sabía que la tenía que dejar prepararse, pero aún así no pude evitar salir corriendo a esconderme detrás de la puerta y dar un vistazo para ver si venía. Pero nada. Luego de unos minutos, allí sí creí escucharla, o tanto la extrañaba que oía su voz maldecir. ¿Le habría pasado algo?, me preocupé y corrí de la misma forma que antes. La vi y deduje (por la posición de la mesa y la suya) que se había tropezado y no pude no acercarme para corroborar su estado. Entonces, aparecí allí y susurré –Perdón- Sabía que no quería que la viera, lo supuse, pero me preocupaba y no podía simplemente dejarla sin acercarme a verla. Además extrañaba su aroma, su presencia. Ya luego con mas calma de que no veía sangre visible pregunté con paz en mi tono –¿Estas bien cariño?- y la revisé con la mirada buscando alguna posible herida escondida. No noté demasiado, pero sí vi que estaba algo… sucia. No le di atención, me imaginé lo que habría estado haciendo y me pareció del todo perfecto, pues yo le había pedido que no vuelva a la casa, y tenía permiso de hacer lo que se le antojara para gastar el tiempo.

¿Podía haber hecho algo más vergonzoso en mi vida que lo que acababa de pasar? Había andado desnuda frente a los de la manada ya por costumbre, había soportado que los chicos me trataran mal al ser la única mujer en la manada y por qué haber sido desagradables con ellos, pero la verdad poco me habían importado sus opiniones, pero ahora frente a la única persona que de verdad me importaba su opinión más que la de nadie en el mundo, ahora me veía frente a él de la forma más patética posible. Embarrada, horrible, golpeada y irada en el suelo. No pude evitar llevar las manos a mi rostro y cubrirme con ellas. La vergüenza me inundaba y temía que de mirarlo a los ojos solo vería una sonrisa en él.

- Estoy bien –le dije en un susurro- solo completamente avergonzada por cómo me encontraste –le dije bajando más el tono de mi voz. Me fui acomodando hasta quedar sentada en el pasillo y apoyé mi espalda en la pared del pasillo- creo que me he convertido en la loba más patosa del siglo –saqué las manos de mi rostro y arreglé mi cabello para verme aunque sea un poco más presentable ante él. Alcé la mirada y lo vi directamente a los ojos.

Y simplemente me perdí en ellos. Recordaba perfectamente en primer día en que lo vi. Con aquella encuesta para su hermana en la puerta de mi casa, ahora nuestra casa. Aquellos ojos que fueron los primeros en ver lo que yo era en realidad, tanto como persona y como loba. Siendo los hermosos ojos de la única persona que fue capaz de quererme sin juzgarme por mi forma de ser, solo me había querido y ahí había sido feliz.

Sonreí de forma idiota y bajé la mirada sintiendo como hace mucho tiempo no me pasaba, un pequeño sonrojo en el rostro- lo siento –le dije al fin- no quise hacer una entrada tan dramática, pero me tropecé y no tengo idea donde fueron a dar mis zapatillas –sonreí avergonzada y luego miré mi ropa- soy un asco, quise llegar decente, pero tuve mucho que hacer hoy en el bosque –quise acercarme para darle un beso como cada vez que nos veíamos después de largas horas de separación, pero cuando me acerqué, lo pensé mejor, quizás mi rostro también estaba lleno de barro y lo dejaría a él todo sucio- lo más seguro es que si te beso ahora no sería nada una buena idea.

Aguanté una enorme sonrisa mientras se explicaba, era de lo más tierna cuando moría de vergüenza y no le alcanzaban las palabras, o intentaba ponerlas en el orden correcto y hacia breves pausas entre una oración y otra. Conociendolas (a las mujeres) bien, sabía que debía estar mal por que yo la vea en ese estado, por lo que me concentré en sus ojos para que no pensara que estaba mirando otra cosa.

Cuando se me acercó para besarme esbocé la sonrisa que había estado aguantando y cuando estaba por rozar nuestros labios, puso otra excusa más, pero no la escuché ¿tenía importancia en realidad? Debía ser algo como "estoy sucia, no quiero ensuciarte", pero no me interesaba, ya que sus labios eran mi permitido de dulzura a toda hora, podía tomarlo con un poco de bañado de chocolate si era necesario;). La tomé y besé fuertemente; -No te me ibas a escapar- aclaré en un susurró con las palabras necesarias(como siempre) que necesitaba para decirle cuanto extrañaba un simple beso de su boca y la ayudé a levantarse.

-Arréglate. Yo te esperaré aquí- le indiqué pues la esperaría entretenido en la televisión hasta que llegara nuevamente a mi lado y mostrarle así mi pequeño (en cuanto a apariencia) pero gran (sentimentalmente) agasajo. En realidad esperaba a que se fuera a cambiar o bañar para ponerme algo más elegante... un saco sobre la camiseta o unos zapatos, como para agregarle algo de elegancia a mi estilo de ese día.

¿Cómo podía quererme aún estando en ese estado en nuestra casa? Lo más seguro es que cuando bebe se hubiera golpeado la cabeza. Sonreí divertida cuando dijo aquellas palabras y de todos modos me besó. Disfruté de la sensación por aquel cortó tiempo sabiendo que no importaba, que luego tendría todo el tiempo para besarlo lo que fuera necesario para quedar satisfecha. ¿Podría ser posible? Miré sus labios y su rostro cuando nos separamos, e busca de alguna mancha de barro que hubiera quedado en su rostro, pero gracias al cielo no había nada- No pensaba escaparme –le dije mientras me ayudaba a colocarme de pie- solo velaba por tu excelente estado y mi patética presencia.

- Vuelvo en unos minutos –le dije sin darme la vuelta en caso de que se hubiera quedado mirándome y que me dijera “Leah espera no puedo están tan sucia que debo irme” pero las palabras nunca legaron y por cada paso que daba en las escalera, el relajo se había mayor en mi. Eran tan tonta, no sabía por qué pensaba en aquellas cosas, cuando tenía al hombre más perfecto a mi lado y era mío, solo mío, aún sabiendo lo que yo era.

Tomé la ropa que me pondría, algo neutro pues no sabía si Cole quería que la cena fuera simple o formal. Entré al baño y me duché lo más rápido posible. Quería estar pronto junto a él y disfrutar de este momento el cual me ponía un tanto nervosa. Quien se iba a imaginar, que la fría, irónica y petulante Leah Clearwater estaría nerviosa, pero si lo estaba y mucho. Estaba compartiendo mi vida con alguien nuevo, alguien que no era de mi familia, alguien que yo había elegido para que formara parte de mi vida y no quería arruinarlo.

Sequé mi cabello, lo amarré en una cólera y me vestí con agilidad, en pocos minutos ya estaba lista. Me miré por última vez en el espejo y salí de la habitación, dispuesta a disfrutar de este momento y no aceptar que nada lo arruinara.

Guiada solo por la esencia de su persona, sabía exactamente donde estaría. En la sala. Hice que mis pasos fueran un poco más fuertes para que los escuchara y sintiera mi llegada- Bien amor –dije entrando en la sala y sonriendo nerviosa- Ya estoy lista, ya me arregle.

Preferí darle algo de privacidad en todo eso de que se preparara, quizá la precisaba y le daría así un tiempo extra. Salí de la sala hasta la puerta de la casa, a disfrutar de observar las estrellas, a transmitirle mi expectativas para esta noche y contemplar todo lo que ellas pudieran darme (ok, nada). Más bien era repasar en mi mente una y otra vez la misma historia, sabiendo que luego nada funcionaría pues en cuanto abra la boca mis palabras se deslizarían de una forma que no esperaba. Miré hacia los lados y nuevamente al cielo, era una linda noche y el clima estaba templado (casi frío) en la calle. Pasó un auto y me relajé un poco, pensando en que podría hacer esa persona por la calle (era un mecanismo de relajarme, huyendo de mis pensamientos y concentrandolos en idioteces). Quizá era un hombre que volvía de trabajar, y se dirigía a su casa, a cenar con su familia. Quizá tenía un hijo, llamado Stan, que lo saludaría con una sonrisa en cuanto entre y volvería a jugar con sus juguetes. Luego saludaría a la esposa y ella le preguntaría qué tal ha estado su día, a lo que él contestaría que bien, aunque haya sido pésimo; no quiere procuparla. (...)Y así, me entretuve en esos pensamientos un buen rato, ya luego supuse que era tiempo de entrar, a ver a Leah, a MI vida, (y no a la de ese hombre), le debía faltar poco para que podamos comenzar nuestra velada.

Me senté a esperarla, pero no fue mucho, enseguida sentí sus pasos y como estaba tildado con la mismísima nada, esperé volver a poder fijar mi vista en algo para voltear a verla. Lo hice al fin, y me mordí el labio al verla, para evitar que mi mandíbula se dislocara de ver que estaba hermosamente hermosa arreglada -No lo entiendo aún- contesté parándome y dirigiéndome hacia ella -Me haces envidiarte por tener tanta belleza- completé sintiendome algo... ¿mujer? con ese comentario. Sonreí con una de esas sonrisas que dicen "que pésimo fue eso" y posé mi mano en su cuello, justo detrás. La besé y finalicé cruzando mi brazo por su hombro para llevarla hasta la cocina.

Hice una pequeña presentación de la comida, imitando a un chef profesional y ya me dejé de tonterías para que pudiéramos comer. La ayudé con la silla, como siempre y la hice sentir cómoda -Es la primera cena aquí- dije con una gran sonrisa y ojos de ilusión, como si fuera una sorpresa. En realidad era mi pensamiento que había sido revelado en palabras; Solía pasarme. La invité a que probara, esperando que le gustara lo que degustaba...

Off: Ahora, fijate si podes adelantar todo eso de comer y que llegué la conversación ;P
BTW, ASQUEROSO posteo el mío. Lo odié completamente, pero ahora retomo un poco la escritura y cuesta acostumbrarme :/ Y perdon la tardanza!